25.2.15

Querido A.:

   Escribo esta carta para despedirme para siempre, para tratar de poner en palabras lo que siento y, así, poder dejarte ir de una vez por todas. Creo que lo que me aferra a vos es la cantidad de cosas que quiero decirte y que nunca pude, que poco a poco se empiezan a acumular en mi cabeza a tal punto que ya no puedo ni pensarte porque no hay más espacio en mi mente. Nuestra relación se basó en algo demasiado abstracto, se sentía pero no se podía tocar, se escuchaba pero no se podía ver. A pesar de eso nunca dudé de tu querer, siempre supe que lo que sentiste por mí fue real pero, a su vez, eso te asustaba. Querer, sufrir, depender, esperar, nunca supiste del todo bien cómo manejar todos esos sentimientos, y esa puede haber sido una de las razones principales por las cuales terminaste alejándote de mí, asustado por tantas emociones diferentes. O tal vez yo te asusté, porque me mostré transparente ante vos y dudo que sea fácil poder soportar o entender todos los mambos de mi cabeza. Igualmente sé que esperaste y aguantaste todo lo que pudiste, y te agradezco. Por eso y tantas cosas más, me enamoré de vos de una forma realmente indescriptible, te quise con la misma fuerza que un huracán, con la misma fuerza que dentro mio luchaban mis ganas de sentirme sana para poder ser lo que vos necesitabas, aunque, lamentablemente, nunca logré hacerlo, y te pido disculpas. Traté de mostrarme madura y desearte lo mejor, sabiendo que te perdía, conteniendo muchísimas emociones, pero me duele pensar que esa misma persona que amé con tanta intensidad es la misma persona que este último tiempo me hizo sentir que no valía nada, que todo lo que di y traté de ser fue en vano. Quizás no es la misma persona, porque tal vez mi cabeza creó una imagen tuya que no era la verdadera, o tal vez no fuiste igual de transparente que yo, o tal vez yo no quise ver... Conteniendo las lágrimas, decido que no puedo perdonarte, porque fuiste lo mejor que me pasó. Porque mi cabeza creyó que eras todo lo que quería, porque te quise como sé que nunca voy a volver a hacerlo, porque decidí entregarte todo lo que soy para siempre. Conteniendo las lágrimas, decido que no puedo perdonarte, porque fuiste lo peor que me pasó. Porque tu amor terminó destruyéndome.
   Esta es la última vez que te escribo, y espero, con la misma fuerza que con la que te amé, que también sea la última vez que te pienso. Esta vez suelto tu recuerdo para finalmente dejarte ser, para finalmente volver a ser yo misma, que, en algún momento de mi vida, ese yo pudo vivir sin vos.

Atentamente, y uniendo todos los pedazos de mí, 
L.  

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