Ella lo abrazó y le dijo que lo extrañaría, a lo que él respondió
no me sueltes, y la abrazó más fuerte. Con un
te amo en los labios que se guardó, lo besó, lo besó sabiendo que no volvería a verlo en mucho tiempo. Un simple
te quiero fue lo que los despidió. Ella tocó el timbre de la casa y lo vio irse caminando. Siguió mirándolo mientras se alejaba, hasta que se dio vuelta y la miró. Se sonrieron, con una sonrisa que decía
te amo, ese
te amo que nunca se dijeron. Lo vio marcharse, y en ese mismo instante, se dio cuenta que estaba enamorada.
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