Realmente nunca había tenido la sensación de que algo no estaba pasando, esa noche fue mi primera vez. Sentados en el balcón, fumando, hablando como si ambos sintiésemos que tendríamos que estar juntos desde siempre, preguntándonos cómo fue que perdimos tanto tiempo. No sé si fue ese balcón o el hecho de estar con vos, lo que me llevó a otra realidad. Era una realidad tan efímera, se me escapaba de las manos. A su vez lo viví en cámara lenta, disfrutando cada segundo al lado tuyo. Tus ojos hacían que el mundo dejara de girar y detenían el tiempo. Mirarte era eterno y podía contemplar cada mínimo detalle tuyo mientras el tiempo no pasaba. Las agujas del reloj se movían, los autos seguían recorriendo las calles, pero no me importaba, el tiempo seguía sin transcurrir. Fue un momento irreal, no sentía que estuviese pasando. Tenerte enfrente mío, observándote sonreir (mi expresión de tu cara favorita, cuando tus ojos se ponen incluso más chinitos de lo que son) era irreal, no caía en la cuenta de que realmente era tu mano la que agarraba la mia. Me acerqué y te di un beso, te abracé y te dije que te quería, y dejé que el tiempo corriera mientras disfrutaba de tu calor, aprovechando ese momento perfecto e irreal.
La realidad es que sos mi irrealidad y eso es lo que me enamoró. Quiero que seas mi infinita irrealidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario