16.12.12

Es una manera de reemplazar el dolor emocional. Una forma de distraer toda la mierda que hay en la cabeza. El dolor físico se vuelve encantador y una vez que empezás no podés parar. Se vuelve adictivo, te atrapa. Ves la sangre y sentís satisfacción. Te hace despertar, darte cuenta que estás vivo, que sentís algo. El alivio de saber que realmente estás vivo (aunque sientas lo contrario) calma tu dolor psicológico. Pensás que tenés el control, que podés controlar la situación con tan solo 'cambiar de lugar' el dolor. A pesar de que dure solo unos minutos, la satisfacción inunda tu cabeza y ver la sangre te distrae, hace que te olvides por un rato lo que te hacía sentir muerta por dentro. Pero solo por un rato. La mierda vuelve a reaparecer y este proceso se torna cíclico e indispensable para recordar de vez en cuando que estás vivo.

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